Un auténtico reto de supervivencia en mi primer viaje en crucero.

Por Raúl DG
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Mientras escribo este artículo. Estoy en mi camarote, descansando después haber almorzado y haber tenido una mañana de paseo por algunas calles de Marsella, una ciudad al sur de Francia.

Te enseño lo que se ve ahora mismo desde el balcón de mi camarote. Valoro mucho estas vistas tan impresionantes, donde el mar, el viento y el sol se juntan para formar una escena de naturaleza pura.

Si has cogido un crucero alguna vez, sabrás que, si pillas el camarote más barato, osea lo que viene siendo una habitación muy pequeña y sin ventanas, quizás tengas suerte, o no, de que te alojen en una suite. Ese ha sido mi caso. Y si no sabías que esto podría ocurrir, pues ya lo sabes para cuando viajes en un crucero.

¿Porqué exagero con el título de este artículo?

Tranquilo, no es el famoso clickbait. Te iré contando porque se titula de esa forma. También te quiero dejar claro que, aunque sea un viaje en cruceros, mi objetivo no es vivir como un puto rey, de hecho, debo tener cuidado. Nada de alcohol, precaución con la comida, y algunas precauciones más…

Si me sigues en las redes sociales, principalmente en Instagram @rauldg_oficial, sabrás que a veces hago algunos viajecillos. Y lo suelo hacer con el objetivo estar incómodo constantemente. No lo hago con la idea de disfrutar como si no hubiera un mañana, como si hice hace unos años (2014/2019).

Aunque tampoco tomaba drogas ilegales (creo), pero si fumaba mucho tabaco y bebía en momentos puntuales pero algo a menudo, ya me entiendes. Te muestro un par de fotos de aquellos años, aunque se ven en pésima calidad ya que en aquellos entonces tuve un móvil de los chinos baratos. Si eres un viejo seguidor, seguro que te suenan.

Fiesta en un barco que recorría de Ibiza a Formentera.
En una de las impresionantes calas de Ibiza.
En otro barco diferente de fiesta. No recuerdo si fue en Ibiza o Mallorca.

En la actualidad, nada que ver con el pasado. Tengo objetivos más realistas y de tocar tierra. Por ejemplo, como he dicho antes, uno de esos objetivos es la incomodidad constante, ya que es la única forma de saber de qué está hecha la vida. Aunque en mi caso, mi incomodidad sería x5 veces que la de una persona media. Digo esto porque tengo dificultades sensoriales, entre ellas; la visión y la audición.

Y si, losé, sé como se siente esta auténtica putada. Ya te lo podrás imaginar tú, lo que es vivir con estas barreras. Lo peor de todo es que es degenerativo. De hecho, de 2017 hasta hoy he tenido perdidas extremas. ¿Ahora comprendes porque lo considero supervivencia, y no superación?.

Todo son constantes desafíos, desde el Check-In, osea, desde los primeros pasos a la entrada del crucero, hasta mi camarote. Además de ser un barco grande, sus carteles no es que ayuden mucho. Por cierto, quiero dejarte claro que, en ningún momento estoy siendo negativo ni voy en contra de la naviera. Simplemente estoy contando un poco la experiencia.

¿A qué viene una puta foto de la comida?

Las personas que me han acompañado, y me acompañan, suelen verme constantemente haciendo fotos a los menús, carteles etc… Pues si has llegado hasta aquí en este artículo, ya sabes que al tener la vista hecha una mierda, esta es una de las formas con la que intento defenderme a la hora de saber que comidas o bebidas hay. Hago una foto y luego lo amplío en mi móvil. Es un engorro pero es lo que toca. Ley de vida.

No cuento esto para que sientas pena, es un putadón vivirlo, pero no queda otra y lo cuento para que comprendas mi dificultad a la hora de desenvolverme en situaciones solitarias y de incomodidad constante. Eso sí, en el crucero por ejemplo, pese a que no está preparado para personas como yo en cuanto a cierta accesibilidad, he de agradecer la fortuna que tengo de contar con personas dispuestas a ayudarme. A veces incluso algunos trabajadores del barco les agradezco con la palma en el corazón o con las manos casi rezando (jaja).

Además de las dificultades que te he contado en este artículo, tengo otro putadón aún más grave que ya te contaré más adelante. De base, es un reto de supervivencia ya que a menudo me la juego. De paso, intento viajar aunque sea a la panadería de algún lugar muy escondido de mi propia ciudad natal de Sevilla como reto de superación, por mil razones. Pero lo que está claro es que vida solo hay una y es triste no tener experiencias nuevas, aunque sea ir a la playa más cercana y sentirte libre, o ir a comprar un platano que está en la planta 28 de un rascacielos.

Si has leído hasta el final, házmelo saber (si quieres) enviándome un mensaje privado en Instagram @rauldg_oficial ¡Un abrazo!

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